Las Intervenciones Asistidas con Perros, son intervenciones en las que participan perros especialmente seleccionados y entrenados para contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas. Podemos clasificar las IAP en,
Según Martínez Artime y Matilla Martínez (2010) las Intervenciones Asistidas con Animales funcionan porque los animales son un vehículo idóneo por el cual ayudan a los profesionales a mejorar la calidad de vida de las personas. Los animales pueden hacer lo siguiente:
Martínez Abellán (2008) resalta que en 1982 según Hulton los animales son capaces de:
Para Zamarra (2002) existen varias razones por las que son fundamentales los animales en determinadas intervenciones:
Cuando hablamos de intervenciones asistidas con animales, hablamos del efecto de los animales sobre las personas y cómo esto puede mejorar sus vidas. Si hacemos una revisión literaria sobre los efectos que causa la interacción entre animales y seres humanos, podemos destacar los cambios significativos en diferentes áreas.
La interacción con un animal de compañía puede promover diferentes efectos positivos sobre la salud. Wilson y Turner (1998) exponen que la presencia de un animal de compañía ayuda a prevenirla aparición de diferentes tipos de enfermedad, facilita su afrontamiento y a su vez, favorece la rehabilitación de esta. Un estudio sobre diversos factores de riesgo cardiovasculares, realizado por Anderson y colaboradores (1992), reflejó que las personas que tenían mascotas realizaban mayor ejercicio físico, lo cual repercutía en una mejor presión sanguínea y unos niveles de colesterol más bajos que aquellas personas que no interaccionaban con animales de compañía. En esta línea, Wolf y Frishman (2005) argumentaron que los animales favorecían un estado de relajación derivado de los efectos de acariciar y hablar a una mascota, ayudando así a reducir los niveles de estrés. El contacto físico con una mascota, como pueden ser las caricias, tiene un efecto notable en los procesos de rehabilitación física, pues como expone Beck (1997) disminuye los síntomas de artritis, dolores reumáticos y reflejan una mejora en otros indicadores de salud. Thorpe y colaboradores (2006) argumentan que los animales favorecen comportamientos positivos de autocuidado, como contribuir al mantenimiento de la movilidad al pasear con un perro, favoreciendo así el ejercicio físico.
Como hemos visto, la interacción con animales favorece la actividad y el contacto físicos, lo que a su vez incrementa la interacción social y mejora el sentido del humor. En consecuencia, ayuda a contrarrestar el sentimiento de soledad y la depresión, pues como apunta Beck (1997), favorece la independencia, el sentido de la utilidad y de logro, aumentando así la motivación en diversos aspectos de la vida, lo cual se traduce en un aumento de autoestima. Poresky (1996) demostró que dichos efectos están relacionados con la conducta social, aportando un incremento en la inteligencia emocional, en lo referido a la expresión de emociones a través del lenguaje verbal y no verbal. Ewing y McDonald (2007) realizaron un estudio con adolescentes que presentaban serios problemas de conducta, fueron expuestos a sesiones de equinoterapia y se observó una mejora en las áreas de comunicación interpersonal, autoestima y autocontrol. Estos beneficios se atribuyeron esencialmente a la relación de cuidado que desarrolla el menor con el caballo.
La soledad y la depresión se han relacionado con una gran variedad de enfermedades, Muschel (1985) realizó una investigación con pacientes enfermos de cáncer. Observó una mejora sobre la calidad de vida de estos pacientes al introducir animales en el hospital, pues se manifestó una mejoría en la actitud y cambio de mentalidad con respecto a enfrentarse con la enfermedad, y en definitiva parecían más contentos. Este autor lo achaca al valor que poseen los animales como reguladores del clima emocional al aportar calidez a la relación con la persona. De esta manera, aquellas personas que sufren alguna enfermedad crónica pueden verse beneficiadas psicológicamente por la interacción con un animal, repercutiendo más allá de su salud física.
En las personas con enfermedades mentales o con una baja autoestima, se observa que, al ser expuestos a un animal, produce un cambio de atención al dejar de focalizar su atención en sus problemas. Los animales en este tipo de intervenciones juegan un papel muy importante para estas personas, ya que los perciben como compañeros; convirtiéndose en una fuente importante de consuelo y compañía. La interacción animal/persona, disminuye los sentimientos de aislamiento de la persona y produce una evidente disminución del estrés. De esta manera, el animal se convierte en una fuente de soporte emocional, lo que resulta de gran importancia para las personas que se sienten abandonadas y/o se encuentran aisladas. A su vez, pueden contribuir a la estimulación mental como consecuencia del efecto catalizador social, produciéndose un aumento de la comunicación con otras personas, la evocación de recuerdos, la planificación de objetivos o el aprendizaje de nuevos conceptos.
Algunos de los beneficios sociales más importantes que derivan de la interacción humano/animal son la cohesión social, la cooperación con otras personas, y la promoción del contacto social y por tanto la interrelación humana (Beck, 1997; Wilson & Turner, 1998). Los animales pueden abrir un cauce de comunicación al fomentar el contacto social, pues sirven de tema para conversaciones y facilitan así las relaciones interpersonales. Diversos estudios han demostrado que las visitas que los animales hacen a las instituciones ofrecen un pretexto para aumentar la comunicación y favoreciendo la socialización entre las personas del lugar. Estas personas se muestran más alegres, más sociables con los demás, lo cual ayuda a disminuir la ansiedad y estrés; mejorando así el estado de ánimo.
Los beneficios para las personas mayores derivados de interactuar con animales son compatibles con la prevención de enfermedades y además ayudan a retrasar el deterioro físico y mental, ya que pueden ayudarles a mantener su movilidad, mejorando su autoestima y previniendo sus desequilibrios mentales (Cirulli y Cols, 2011).
Según Furest (1999), tras realizar una sesión asistida con animales, se hacen notables tres puntos clave: Los animales suponen una distracción importante en los residentes, constituyen un vehículo de expresión de afecto y fomenta el compañerismo, la amistad, y la comunicación.
La Fundación Affinity, establece tres tipos de respuestas que se derivan de la aplicación de la intervención asistida con animales en personas mayores: las respuestas físicas, las respuestas emocionales y las respuestas mentales.
Los animales como seres vivos que son se convierten en un estímulo multisensorial muy fuerte ya que son capaces de captar la atención y la motivación de las personas, mejorando su participación y cooperación en las sesiones. Los animales pueden inducir un estado de relajación inmediata, por el simple hecho de atraer y mantener nuestra atención. Los estudios que investigan los efectos de la intervención asistida con animales en personas mayores han demostrado los efectos positivos del aumento de la atención, mejor bienestar psicológico, interacción interpersonal y conciencia social, aumento de la satisfacción con la propia vida, socialización, comunicación, concentración y descenso de la depresión (Gutiérrez y Cols, 2007; Signes Llopis, 2009; Martínez Artime y Matilla Martínez, 2010).
Anzizu Furest y colaboradores (2001), Signes Llopis (2009) y Martínez Artime y Matilla Martínez (2010), resaltan que el solo hecho de realizar una sesión semanal de intervención asistida con animales hace que las personas sepan el día en el que están ya que esperan la visita del animal con interés. Otro hecho como dejar una fotografía de un animal es un recordatorio que ayuda a acordarse a lo largo de la semana del día de sus sesiones. A muchas personas les encanta tener fotografías de sus animales y les gusta mostrarla y revivir momentos. Sabemos que cuando llega la vejez el organismo sufre cambios fisiológicos y sensoriales en la visión, audición, tacto, olfato y gusto. Por ejemplo, la sensibilidad táctil se reduce, y se ha demostrado que los animales satisfacen la necesidad de tocar y ser tocado. El estar viendo que un animal se mueve, juega, acariciarlo o cepillarlo, pueden ser estímulos que conecten al anciano con la realidad, ya que capta su atención, hace que se olvide de sus problemas y desarrolla empatía (Signes Llopis, 2009).
Según Gutiérrez y colaboradores (2007), Signes Llopis (2009) y Martínez Artime y Matilla Martínez (2010), los animales pueden desencadenar comportamientos divertidos que provocan la alegría y la risa. Sabemos que el humor resulta beneficioso para mejorar el estado mental de las personas y de sus impedimentos físicos. La risa y la alegría son dos ingredientes que impactan positivamente en la calidad de vida de las personas. No solo aportan calidez a la relación, sino que provocan sonrisas y alegría. Se han dado muchos casos de animales que provocan situaciones cómicas, cuando esto ocurre las risas tienen un gran valor. Además, existe evidencia de la presencia, temporal o permanente, de que un perro puede aumentar el contacto social entre ancianos con Alzheimer.